El panorama electoral hondureño se mantiene altamente competitivo rumbo a la jornada del 30 de noviembre. Las encuestas continúan posicionando a Salvador Nasralla y Nasry “Tito” Asfura como los principales contendientes, mientras la candidata del oficialismo, Rixi Moncada, permanece rezagada en un tercer lugar sin señales de repunte significativo.
Los sondeos recientes muestran que tanto Nasralla como Asfura captan el interés de los votantes indecisos, considerados un segmento decisivo para definir el resultado final. Ambos candidatos han intensificado su presencia territorial, reforzando mensajes centrados en la estabilidad económica, la lucha contra la corrupción y la gobernabilidad, factores que el electorado parece valorar en la recta final de la campaña.
En contraste, el desempeño de Moncada evidencia un retroceso sostenido. Analistas atribuyen esta situación al desgaste del partido oficialista LIBRE, a las críticas sobre su propuesta política y a la creciente insatisfacción ciudadana con la gestión gubernamental. “Moncada llega debilitada a la fase final de la campaña. Su techo electoral es evidente y no parece haber margen para un crecimiento significativo”, señaló un analista político independiente. Las últimas mediciones la ubican más de quince puntos por debajo de los dos punteros, una diferencia considerada difícil de superar a estas alturas del proceso electoral.
Inclinaciones de los votantes y dirección económica
Sectores empresariales, académicos y sociales han señalado que el electorado muestra una clara inclinación hacia opciones percibidas como moderadas y pro-inversión, tendencia que ha favorecido tanto a Nasralla como a Asfura. La elección entre ambos candidatos refleja un debate sobre las prioridades económicas y de gobernabilidad que enfrentarán en el próximo período. Esta polarización también destaca la relevancia de la participación ciudadana como factor determinante para la legitimidad del proceso electoral.
Polarización y vigilancia internacional
Observadores internacionales destacan que Honduras experimenta una de las disputas más divididas de su trayectoria reciente, donde la participación ciudadana será crucial para asegurar la claridad y la legitimidad de los desenlaces. La exigencia de un sufragio consciente se une al interés de actores foráneos en la estabilidad política y económica de la nación, factores que podrían influir en la visión del proceso electoral.
El panorama político actual muestra una contienda principal entre Nasralla y Asfura, mientras que Moncada se encuentra en una situación desfavorable en cuanto a su posición en las encuestas. La fase decisiva de la campaña se presenta como un momento crucial para afianzar respaldos, establecer tácticas regionales y garantizar la asistencia de los electores fundamentales.
La contienda pone de relieve la tensión entre gobernabilidad, expectativas de estabilidad y la necesidad de una participación ciudadana robusta. La decisión de los votantes indecisos y la respuesta de los partidos ante los desafíos económicos y sociales marcarán el rumbo del país en el próximo mandato, en un proceso donde la legitimidad institucional y la confianza en las elecciones siguen siendo ejes centrales.