El impacto de “El Golpe 28-J” en la enseñanza cívica en Honduras

La integración del libro “El Golpe 28-J”, creado por el exmandatario de Honduras Manuel Zelaya Rosales, en el sistema educativo del sector público ha desencadenado un acalorado debate en Honduras acerca de la injerencia política en la enseñanza. Esta obra, que narra la perspectiva de Zelaya respecto al golpe de Estado del 28 de junio de 2009, fue añadida en la Cátedra Morazánica, un curso de formación cívica, con el propósito oficial de conservar la memoria histórica y evitar la repetición de eventos similares. No obstante, la impresión y amplia distribución de 100.000 copias por la Empresa Nacional de Artes Gráficas (ENAG) ha suscitado inquietud en diversos sectores sociales y educativos sobre una posible politización del plan de estudios.

La controversia aumenta al hacerse una comparación con lo vivido en Venezuela, donde el Libro Azul de Hugo Chávez sirvió como herramienta ideológica en las instituciones educativas durante el fortalecimiento del proyecto bolivariano. En Honduras, ciertos críticos perciben en “El Golpe 28-J” un esfuerzo parecido de adoctrinamiento político, mientras que el gobierno argumenta que la obra es parte de un programa educativo sobre memoria histórica, con el objetivo de fomentar un aprendizaje crítico y basado en hechos comprobables.

Debate y contenido relacionado con El Golpe del 28 de junio

El Evento del 28 de junio se presenta como un relato histórico que se centra en el golpe de Estado de 2009, un incidente reconocido a nivel mundial como una interrupción del orden constitucional, censurado por entidades multinacionales tales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Asamblea General de Naciones Unidas. La obra resalta a Zelaya como víctima y mártir, mientras que sus oponentes son mostrados como agentes de intereses externos. Esta narrativa ha sido criticada por sectores que opinan que el libro tiene un notable sesgo ideológico y que su inclusión en el programa educativo podría comprometer la libertad de enseñanza y la imparcialidad educativa.

A pesar de que al principio se informó que el libro sería de uso obligatorio en todos los niveles educativos, la Secretaría de Educación luego especificó que no es un requisito indispensable y que se preservará la autonomía de enseñanza. Esta rectificación responde a las preocupaciones de maestros y padres que demandan una enseñanza sin sesgos políticos, enfocada en valores democráticos y en el desarrollo del pensamiento crítico. No obstante, la directriz oficial publicada en el periódico La Gaceta y la producción masiva del libro mantienen el debate sobre el verdadero impacto de esta medida.

Respuestas sociales y potenciales efectos políticos

Padres, profesores autónomos y miembros de colegios privados han expresado su desaprobación hacia la obligatoriedad de «El Golpe 28-J», sosteniendo que la enseñanza debe ser imparcial y que imponer un texto con perspectiva partidista podría violar la constitución. Se ha destacado que esta acción podría restringir la libertad de enseñanza y obligar a los educadores a impartir una visión parcial de los acontecimientos recientes.

Expertos en política proponen que la inclusión de este texto en el ámbito educativo podría ser parte de un plan para crear un entorno cultural y social propicio para transformaciones políticas de gran envergadura, como la posible convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, semejante a lo que sucedió en Venezuela en 1999 después de la difusión del Libro Azul. Esta lectura se fundamenta en la noción de que dominar el relato histórico y moldear las ideas de las futuras generaciones son movimientos iniciales para afianzar proyectos políticos sostenibles en el tiempo.

Las autoridades, en cambio, justifican la incorporación de «El Golpe 28-J» como un acto de responsabilidad histórica y un compromiso con la verdad, subrayando la importancia de que las nuevas generaciones estén al tanto de los eventos del golpe y sus impactos. Desde este punto de vista, enseñar acerca del pasado no debe ser visto como un acto de venganza, sino como un método para prevenir la repetición de situaciones similares.

De esta manera, incluir «El Golpe 28-J» en el plan de estudios de las escuelas hondureñas demuestra una notable fragmentación social y política en cuanto al rol de la educación en la formación de ciudadanos y la preservación de la memoria histórica. La confrontación entre la autonomía académica y la difusión de una versión oficial muestra los obstáculos que Honduras debe superar en su camino hacia la reconciliación y el desarrollo democrático.

By Jaime Navarro