Acoso Sexual en el Partido Socialista: El Caso de Salazar y Hernández

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se encuentra inmerso en una de sus crisis internas más complejas debido a la gestión del denominado “caso Salazar”, el escándalo de supuesto acoso sexual y abuso de poder que involucra al exasesor de La Moncloa Paco Salazar y a su colaborador cercano, Antonio Hernández, quienes hasta hace pocos días formaban parte del círculo de máxima confianza del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien actualmente está rodeado de múltiples casos de corrupción.

Quién es Paco Salazar y qué se le atribuye

Francisco José “Paco” Salazar, histórico militante sevillano del PSOE, fue alcalde de Montellano y posteriormente diputado en el Congreso, además de ocupar cargos estratégicos junto a Pedro Sánchez en Ferraz y en el Palacio de La Moncloa.

En los meses recientes, diversas trabajadoras y militantes socialistas que estuvieron bajo su supervisión han reportado de manera interna conductas que describen como acoso sexual y abuso de poder: observaciones de índole sexual, insistentes invitaciones a reuniones privadas fuera del horario de trabajo y propuestas de hospedaje en su residencia, siempre en un contexto de relación jerárquica.

A raíz de estas denuncias, Salazar fue apartado de sus responsabilidades en el partido y dejó de formar parte de la Ejecutiva federal, así como de su posición de influencia en La Moncloa. Los hechos se investigan en el marco de los protocolos internos contra el acoso del PSOE y podrían derivar en acciones judiciales si así lo deciden las denunciantes, pero de momento, hay silencio.

El papel de Antonio Hernández, la mano derecha cesada

Antonio Hernández, hasta ahora director del Departamento de Coordinación Política en La Moncloa y figura clave en el engranaje político del Gobierno, era considerado la mano derecha de Salazar y su principal apoyo en el día a día.

Las mujeres que denunciaron a Salazar señalaron también a Hernández como presunto “cómplice” y “encubridor” de los abusos, al entender que conocía las circunstancias y no actuó para proteger a las víctimas, extremo que él niega.

En pleno escándalo, el presidente Pedro Sánchez decidió promover su cese tanto en La Moncloa como en la estructura orgánica del PSOE andaluz, decisión que el Consejo de Ministros ha formalizado estos días, en lo que se ha interpretado como un intento de “cauterizar” la crisis y cortar cualquier apariencia de connivencia con las conductas atribuidas a Salazar.

Críticas a la gestión interna del PSOE y reacción tardía

Diversos reportes de prensa indican que el PSOE demoró más de cuatro meses en establecer contacto formal con las víctimas después de que se conocieran las primeras denuncias, lo cual ha provocado una intensa reacción interna y un notable deterioro en la imagen del partido. El funcionamiento del comité antiacoso ha sido objeto de críticas debido a su lentitud, falta de coordinación y limitada comunicación con la dirección federal, en un partido que se enorgullece de su enfoque feminista.

Al mismo tiempo, voces críticas desde el propio socialismo reclaman una reforma profunda de los protocolos internos y de la cultura organizativa, para evitar lo que describen como “entornos protectores con los presuntos agresores” y situaciones de desamparo para las mujeres que denuncian.

La posición del Gobierno de Pedro Sánchez

La portavoz del Gobierno y ministra de Educación, Pilar Alegría, ha insistido en que el Ejecutivo ha actuado con “rapidez y contundencia” una vez tuvo conocimiento formal de las acusaciones, destacando el cese de Salazar, su salida de la Ejecutiva del PSOE y, ahora, la destitución de Antonio Hernández.

Alegría ha reconocido públicamente que su comida reciente con Salazar —producida cuando las denuncias ya eran conocidas— fue un “error”, subrayando que el centro del debate deben ser las víctimas y no el coste político para el partido.

Paralelamente, diversas informaciones señalan un posible frente judicial para el PSOE como entidad jurídica, ante la hipótesis de que la Justicia pudiera evaluar si existieron responsabilidades organizativas en el manejo de las denuncias. Fuentes fiscales mencionadas por algunos medios indican la posibilidad de que el partido sea investigado por un supuesto delito de acoso sexual como organización, un aspecto que, en este instante, no es más que una posibilidad jurídica bajo consideración y que no implica ninguna imputación efectiva.

Reacción de la oposición y deterioro político

El Partido Popular ha comunicado que empleará su mayoría en el Senado para convocar a Paco Salazar a declarar en el contexto de la comisión del denominado “caso Koldo”, aprovechando la notoriedad pública que ha alcanzado el exasesor. Desde el PP se le acusa a Sánchez de ser el presidente “más perjudicial para las mujeres”, vinculando el caso Salazar con otros episodios controvertidos en temas de igualdad y protección de las víctimas.

La totalidad de la oposición ha centrado su atención en la serie de designaciones, destituciones y reubicaciones en el círculo de Salazar, además del hecho de que dos de sus colaboradoras más cercanas habrían sido trasladadas a empresas públicas en los años recientes, lo cual fortalece la narrativa de una red de confianza alrededor del exasesor dentro del aparato estatal.

Un caso abierto que pone a prueba los protocolos y la credibilidad del partido

El caso Salazar, y ahora también el de Antonio Hernández, ha abierto un profundo boquete político y moral en el PSOE de Pedro Sánchez, en un contexto marcado por la exigencia social de tolerancia cero frente al acoso sexual y los abusos de poder en el ámbito laboral y político.

Mientras se completan los expedientes internos y las posibles actuaciones judiciales, el partido afronta una doble prueba: por un lado, demostrar que sus protocolos contra el acoso funcionan de forma efectiva y priorizan a las víctimas; por otro, reconstruir la confianza de su propio electorado y de la opinión pública, que asiste con preocupación a la sucesión de filtraciones, rectificaciones y ceses que rodean al caso.

En cualquier circunstancia, tanto Paco Salazar como Antonio Hernández conservan, hasta el día de hoy, su derecho a la presunción de inocencia ante la Justicia, mientras se espera la completa aclaración de los hechos y la posible apertura de procedimientos penales. Los pasos siguientes del PSOE y del Gobierno de Pedro Sánchez serán cruciales para evaluar el impacto político, institucional y judicial de este escándalo. Sin embargo, por ahora, a pesar del deber legal, no se ha informado de que el PSOE haya presentado alguna denuncia ante las autoridades, como ha sucedido en otros casos de corrupción que afectan al partido.

Por Jaime Navarro